Video 50 Años JDC

By Eduardo Gutierrez
Video editado por mi, con imagenes del video de la junta que esta el la pagina del partido, ademas tiene agregado imagenes de lo hecho durante el presente año en talca.


 

Un comentario, perfecto para un post

By Eduardo Gutierrez
...Como dijo un jóven que ingresa a la política en el 2000 ¿Qué es ser un democrata Cristiano hoy? ¿De qué se diferencias del resto?¿Parecen vivir del pasado y peor aùn sin haber aprendido nada?. Recuerden que el sistema binominal ve numeros y no personas, ideareas o doctrinales. Asi que los que piensan que el sistema binomial es un éxito politico para una coalicion o grupo. es no entender nada de la democracia, de sus valores y principios. Recuerden que para un simple democrata y cristiano de hoy, como yo, de verdad 1+1 no es siempre 2, sino que 1+1=3, porque nos enfocamos en personas y no en simples numeros, 1 persona + (1)otra persona=3 formando un tercer elemento llamado sociedad;Con defectos o virtudes,principios, valores y sueños, en fin untercer elemento que nace con propiedad.Ese creo que es el enfoque nuestro de hoy, más humano y no tan tecnocrata.
Las ciencias, las técnicas y las artes estan en función del ser humano, y no al revez.
Recuerdelo Siempre
Atte.
Guti
Eduardo Gutiérrez Baeza
 

A propósito de estilos

By Eduardo Gutierrez
Más allá de cierta retórica sexista que se percibe en muchos de los balances que se hacen del primer aniversario de Michelle Bachelet al mando de la nación, lo cierto es que sería absurdo negar que se conmemora un año complejo para la clase política en general y para el Gobierno en particular.

En el caso del Poder Ejecutivo, éste tuvo que lidiar con un par de problemas que no estaban en los cálculos de nadie: la revolución estudiantil y el escándalo de Chiledeportes. Ambas coyunturas consumieron buena parte de la agenda del segundo semestre del año pasado. Pero cuando se mira con serenidad el panorama y se intenta separar la paja del trigo, uno podría concluir que, al mismo tiempo que ambos temas fueron abordados con decisión –a través del informe de la Comisión de Educación Superior y los anuncios de la agenda de probidad-, el Gobierno, antes de cumplir su primer año calendario, se dio maña para anunciar un conjunto de medidas que dieron forma a uno de los principales ejes del Gobierno: la reforma previsional, en el marco de un sistema de mayor protección social.

Con todo, y como lo señaló Soledad Alvear, quizás éste haya sido “el primer año más difícil de todos”. Dicho juicio me parece correcto, entre otras razones porque también las tareas han sido más difíciles. Se asumió esta cuarta administración concertacionista con una gran expectativa, a lo que se sumaron gestos audaces por parte de la Presidenta, como fue conformar un gabinete paritario y reemplazar a los principales cuadros que habían monopolizado el diseño y ejecución de las políticas públicas en el Gobierno central. Esta administración, desatendiendo cierto oportunismo político tan presente en nuestra clase política, decide afrontar desafíos que ciertamente no reeditan electoralmente a corto plazo, pero que definitivamente contribuirán al bienestar de varias generaciones futuras; la reforma previsional y el nuevo sistema de transporte serán un buen ejemplo en los próximos años.

Ahora bien, muchos de los problemas que ha enfrentado este Gobierno tienen bastante poco que ver con la forma y el estilo de conducción de la Presidenta, y sí con evidentes déficit que ha evidenciado nuestra clase política: por una parte, una coalición gobernante que comienza a exhibir notorias señales de desgaste, ausencia de un proyecto común y continuas muestras de desafecto, y por la otra, una Alianza por Chile cuyo nivel de virulencia supera todo lo que pudimos haber imaginado.

Yo no tengo recuerdos de una oposición tan destructiva, tan negativa y tan poco propositiva como la que hemos visto en estos meses. Un conglomerado cuyo único norte ha sido la descalificación personal e institucional de todo aquello que represente peligro para sus posibilidades electorales en el futuro. Sin ningún pudor han afectado la honra de tantos, como si en el camino para acceder al Gobierno fuera necesario quebrar o destruir la voluntad de sus adversarios. Así por ejemplo, lo que se hizo con Loreto Ditzel fue un cobarde asesinato de imagen, el que –a la usanza de estilo de la mafia- concluye con un reconocimiento del victimario hacia el noble gesto de la víctima. ¿Qué ofrece esta oposición a los chilenos? ¿Dónde están las propuestas para un Chile mejor? ¿Qué sueño de país puede haber detrás de tan agrio desempeño? Pasan los días, las semanas y los meses, y la cosecha de todo este esfuerzo por desprestigiar al Estado, sus instituciones o sus actores no ha logrado otra cosa que acrecentar el descrédito de lo público. En un escenario como éste no hay ganadores, pues todos perdemos. Pierde el Gobierno y la oposición, crece la desconfianza frente a las instituciones y el cuestionamiento a la legitimidad de nuestro sistema democrático. En definitiva, pierde una vez más la ya alicaída actividad política.

Mención aparte merece esta verdadera obsesión que la Alianza por Chile tiene con el ex Presidente Ricardo Lagos. No deja de ser paradójico que la gran mayoría de los dirigentes de la oposición hace poco más de un año no sólo callaban sus críticas al Gobierno, sino que se sumaban con entusiasmo a los reconocimientos para quien dirigiera la anterior administración. En efecto, se peleaban por destacar a Lagos como el “último estadista”, se declaraban orgullosos de cómo se conducían las relaciones internacionales, de su mirada de país o de la familiaridad con que se codeaba con los más altos dignatarios del planeta. Lagos era reconocido, respetado e incluso amado, según supimos todos por boca de un destacado dirigente gremial.

Pues bien, bastó que dejara la primera magistratura, y que en el imaginario de muchos se transformara en una posible alternativa para otro Gobierno de la Concertación, para que se desatara esta cacería sin cuartel. ¡Qué fácil resulta criticar cuando se sabe positivamente que el adversario no puede contestar! En efecto, la caballerosidad republicana indica que la principal figura política de un país debe guardar silencio para ceder protagonismo a quien es su legítimo sucesor, según lo han dispuesto los propios ciudadanos. Con el corazón en la mano, y si en Chile los ex presidentes nunca más pudieran postularse a la primera magistratura, ¿estaría la oposición hablando como habla de Ricardo Lagos Escobar? La última vez que la derecha obtuvo un triunfo democrático fue en 1958. Entiendo que esté cansada de perder una y otra vez las elecciones. Lo que no entiendo es que esté dispuesta a hacer cualquier cosa para no perder la próxima
LND
 

Ahora le toca a la DC

By Eduardo Gutierrez
Hace tiempo que no se veían defecciones partidarias ni crisis al interior de los partidos. Incluso se llegó a afirmar, por parte de sus promotores, que el sistema binominal favorecía la aglomeración de partidos al forzarlos a conformar coaliciones, y por ende, a buscar más acuerdos que desacuerdos.

En un comienzo ello pareció ser cierto, pero con el tiempo el binominalismo parece estar convirtiéndose en una camisa de fuerza a punto de reventar. Antes, cuando uno no estaba de acuerdo con el partido se iba para correr con colores propios; hoy nadie se va, espera que lo echen. Y no se va porque sabe que en solitario está políticamente muerto. A lo más se han producido defecciones partidarias dentro de una misma coalición, pero no de una coalición a otra, salvo uno que otro caso muy específico sin mayor connotación nacional. Sin embargo, en la actualidad hay signos preocupantes de degradación política. Las crisis al interior de los partidos obedecían esencialmente a visiones encontradas, antes que a personalismos. Por décadas la democracia cristiana fue capaz de crecer bajo la conducción de líderes tan potentes como Frei Montalva y Radomiro Tomic, ambos de fuerte personalidad, con un tronco común aunque con enfoques políticos distintos. Mientras Frei tendió hacia el camino propio buscando una equidistancia entre la derecha y la izquierda, Tomic, por el contrario, sostenía la necesidad de gobernar con la izquierda para poder dar gobierno. Sola la DC podría llegar a ser gobierno, pero tendría problemas serios para dar gobierno. No obstante estas distintas visiones jamás la DC vio amagada su unidad, salvo a partir de los últimos años del gobierno de Frei Montalva, cuando primero se orgina el MAPU. Posteriormente, cuando la DC se une a la derecha para conformar la Confederación Democrática (CODE) en los inicios del gobierno de la Unidad Popular (UP), nace la Izquierda Cristiana cuyo líder natural era Tomic. Así y todo, Tomic siempre se mantuvo fiel al partido de toda su vida, la DC. Hoy la situación pareciera ser distinta. Las diferencias que se observan en la DC pareciera que obedecen más a razones personales de apetitos de poder antes que a diferencias conceptuales. A la fecha no logro desentrañar las diferencias de fondo que pudieran existir, salvo que se estuviera intentando reeditar la alternativa del camino propio. Bajo un sistema binominal, la reproducción del esquema de los tres tercios abre una caja de Pandora, pues condena al tercio menor al ostracismo político. No cabe duda que la DC vive tiempos complejos, pero el rol histórico que ha jugado y la responsabilidad que tiene como principal partido de gobierno deben motivarla para abordar a fondo, en la fraternidad demócratacristiana, la realidad que tiene frente a sí.

Rodolfo Schmal S.
 

Para tener en cuenta...

By Eduardo Gutierrez
Las recientes declaraciones de una distinguida vicepresidenta de Renovación Nacional, donde se hace referencia a posibles tratativas políticas entre su partido y cierto sector de la Democracia Cristiana, han vuelto a poner en el tapete el viejo tema de los humanistas cristianos.

Dicha marca o sello ha sido un patrimonio pretendido por un amplio y variado espectro de fuerzas políticas y movimientos sociales. En efecto, desde agrupaciones reaccionarias tipo Fiducia (Tradición Familia y Propiedad) hasta los cristianos por el socialismo, que tuvieron su inspiración en la Teología de la Liberación, han pretendido ser los fieles representantes de dicha doctrina.

Desde un punto de vista religioso y espiritual, hace ya muchas décadas que las iglesias en general, y la católica en particular, renunciaron a la pretensión de verse reflejadas en un partido político concreto. En efecto, la inspiración cristiana no tiene necesariamente que ver con convicciones religiosas, sino más bien con influencias filosóficas que determinan una particular forma de ver y concebir al mundo y la política. Sin ir más lejos, destacados militantes de la Democracia Cristiana se han declarado agnósticos: pienso en Genaro Arriagada, Edgardo Boeninger o el mismo Jaime Castillo Velasco, uno de los más importantes ideólogos de ese partido.

Hago esa precisión porque con motivo de la elección de los últimos dos Presidentes de la República –Ricardo Lagos y Michelle Bachellet–, que declararon abiertamente su agnosticismo, se trató de utilizar mañosamente ese hecho para lograr mayores dividendos electorales. Se decía que la llegada de mandatarios que no profesaran la religión católica –que incluso eran separados, se quejaban los más conservadores– sería la puerta de entrada para la adopción de políticas públicas que promovieran la eliminación o el relajo de ciertas costumbres y normas morales. Dicho argumento no sólo resultó voluntarioso, sino francamente hipócrita. Así, por ejemplo, no conozco a ninguna persona católica y de derecha (¡a ninguna!) que el año 1990 haya preferido votar por Patricio Aylwin y no por Hernán Büchi, en condiciones de que este último se había declarado públicamente un “no creyente”.

En efecto, uno de quienes más flameó las banderas del humanismo cristiano en la última elección presidencial –me refiero al candidato de la derecha Sebastián Piñera– tuvo un comportamiento similar. De hecho, y pese a haber votado que No en el plebiscito –lo que por cierto lo liberaba de cualquier atadura con las fuerzas políticas que representaban a la dictadura–, el otrora locomotora de RN no sólo privó de su voto a Patricio Aylwin (quizás el mayor ícono del humanismo cristiano en nuestros tiempos), sino que cuatro años más tarde tampoco apoyó a Eduardo Frei Ruiz-Tagle en su postulación a la primera magistratura.

Entonces, más allá de las declaraciones verbales, parece plausible pensar que las apelaciones filosóficas y políticas con que muchos actuales dirigentes de la derecha pretenden seducir a uno que otro dirigente o militante de la Concertación de Partidos por la Democracia no son más que recursos electorales con escaso sustento en el tiempo. Renovación Nacional en general, y Sebastián Piñera en particular, se han desvivido por hacer guiños y gestos que no necesariamente se han correspondido con sus anteriores y actuales actuaciones políticas. Para decirlo en términos automovilísticos, señalizan hacia el centro, pero inevitablemente terminan virando hacia la derecha.

De ese modo, esta estrategia no tuvo ni podrá tener grandes dividendos. Veamos la siguiente reflexión: no creo que a nadie se le podría ocurrir un mejor escenario para que este discurso rindiera frutos que el que tuvimos la oportunidad de presenciar en la última elección presidencial: no había candidato democratacristiano, ese partido ni siquiera había culminado el proceso de primarias internas, y Piñera se enfrentaba a quien, se dice, era la postulante más izquierdista que había presentado la Concertación. El resultado es conocido por todos. La gran mayoría del electorado democratacristiano se mantuvo al interior de la coalición gobernante.

Con todo, todavía uno podría hacer ciertas preguntas para poner a prueba la sinceridad de estos prolongados aunque poco fructíferos intentos de seducción. Si son tantas las coincidencias entre los personeros de la DC y RN, ¿estarían estos últimos dispuestos a renunciar a su matrimonio con la UDI para constituir un nuevo referente de centro? Más allá de la retórica pública, ¿en qué consiste la proposición concreta?; es decir, ¿cuántos de los cupos a senadores y diputados que actualmente dispone RN estarían dispuestos a ceder a su pretendida conquista?

En cualquier hipótesis de un nuevo escenario político, la respuesta a estas dos interrogantes resulta fundamental. Con todo, aunque estas y otras preguntas se resolvieran –constituyéndose, adicionalmente, en una oferta atractiva y generosa–, sospecho que la gran mayoría de los electores del Partido Demócrata Cristiano preferirían quedarse donde están. Las razones para que los humanistas cristianos sean parte de una alianza de centro-izquierda en Chile no son sólo históricas o prácticas, sino también políticas y morales.

Jorge Navarrete.
LND
 

By Eduardo Gutierrez